Castillo y Murallas


LOS ESPACIOS HISTÓRICOS DEL AGUA EN EL CASTILLO DE ORIHUELA



En la Antigüedad, los elementos que los pobladores analizaban para el establecimiento de un Núcleo de población que normalmente estaba fortificado, eran la tierra, el agua, el aire y el fuego.

El primer establecimiento de población en Orihuela fue probablemente en El Llano de San Miguel, como se ha podido constatar. Estaba fortificado, era lugar de refugio y defensa, desde aquí se dominaba visualmente el amplio llano aluvial del Río Segura, además de las vías de comunicación del entorno, posiblemente alguna derivación de la Vía Augusta Romana, era difícil de acceder y por tanto fácil de defender, por tanto el primer elemento de elección de establecimiento: La tierra, estaba justificado. En cuanto al aire, las brisas y vientos de Levante hacen del lugar un sitio fresco en verano y protegido en invierno de los vientos del Norte y Poniente. Respecto del fuego, no es lugar boscoso y de abundante vegetación el Llano de San Miguel, donde se puedan dar incendios y poner en peligro por esta razón la fortificación.

Y el agua, elemento esencial para hacerse fuerte respecto a un asedio, suministro vital para la vida diaria de una fortificación, utilizada para beber, tanto personas como animales, lavar, cocinar, limpiar, etc. Es el más vital y necesario para la vida, de los cuatro elemento. Tanto en el Llano de San Miguel como en el Castillo no existía la posibilidad de disponer de Pozos, al estar en lugares elevados, el río quedaba lejos y de difícil acceso, la única posibilidad era recurrir a Sistemas de Almacenamiento de agua de lluvia.

Los aljibes, cisternas, albercas, balsas, son soluciones tecnológicas sencillas para la recogida y almacenamiento de agua de lluvia, donde el abastecimiento no tiene otra posibilidad de realizarse. El aljibe va acompañado de otros elementos de captación como canales, canalillos, muretes recogedoras, etc. Son utilizados desde tiempos remotos y en lugares de escasas lluvias.

En el Llano de San Miguel, primigenio establecimiento de la población fortificada, actualmente en el Seminario Diocesano, existen dos aljibes cubiertos, probablemente de origen árabe o anteriores, seguramente ampliados o mejorados en época cristiana, aparecen en las fuentes documentales en el S XVI, también, el mayor, dibujado en el ‘Cartulario de Orihuela’.

En la Alcazaba del Castillo, en la parte más alta del Monte de San Miguel, se conserva una cisterna en muy buenas condiciones, de origen árabe, recogería las aguas de lluvia caída sobre terrazas, torres, adarves, u otros elementos arquitectónicos de la Alcazaba.

En la parte baja del Albacar se sitúa una alberca a cielo abierto, los llamados popularmente ‘Baños de la Reina’ recogen por escorrentía superficial las aguas de lluvia de la ladera.
Aljibe a cielo abierto en la parte de Levante del Monte de San Miguel.

En la parte de Levante del Monte aparecen dos aljibes a cielo abierto, uno una auténtica ‘presa de gravedad’ de piedra y mortero de cal, con forma trapezoidal, de gran capacidad, con canales o muretas de canalización de la captación de las aguas pluviales de escorrentía circulantes por la ladera oriental, el otro, posiblemente para recoger los excedentes del primero, fabricado de tapial y piedras, no está en buen estado de conservación. Posiblemente sean de origen cristiano.

El Monte de San Miguel, que a partir de la cota 30 m.s.n.m. dispone de una superficie de captación de Aguas de Lluvia de unas 81 Ha, también da lugar a conformar en su interior un acuífero, a partir de la infiltración del agua de lluvia y la naturaleza de su Geología. Las rocas que conforman el Monte de San Miguel son de edad triásica y se formaron en su mayoría debajo del mar. A lo largo del tiempo estas rocas han tenido una historia convulsa ligada a los movimientos entre placas tectónicas, estos movimientos y choques han originado deformaciones y siguen deformando las rocas de la sierra y su entorno, generan pliegues, fracturas, grietas y cuevas (Cueva del Calor) por donde se filtra el agua. Principalmente son rocas carbonatadas que sufrieron condiciones metamórficas, calizas y dolomías, marmóreas con un grado de recristalizacion algo mayor que las rocas sedimentarias típicas. Estas formaciones dan lugar a afloramientos naturales, fuentes o manantiales como el de Los Baños de San Antón, por cuyo afloramiento fluyen las aguas a 25 grados centígrados con un alto grado de salinidad por las rocas calizas del interior del Monte.

Probablemente, en el lugar en el que se encuentra la denominada ‘Fuente de la Judía’, mencionada por el cronista Pedro Bellot en el S XVI, también existiría un manantial de agua de infiltración del Monte. Los Pozos de Cremós, de época más reciente, siglo XIX, también se abastecían de agua subterránea o infiltrada.

Una vez que la población creció, en época musulmana, comenzó a poblarse lo que hoy conocemos como Casco Histórico, el abastecimiento de agua doméstica procedía de pozos practicados en las propias casas, como así se ha podido atestiguar en las excavaciones arqueológicas realizadas en la Plaza del Marques de Rafal, que desvelaron varios pozos islámicos, o en las excavaciones realizadas, en esta ocasión, extramuros de la ciudad, en el patio del antiguo convento de los Capuchinos al excavar en la Prolongación de la Calle Capillas, en la que se halló otro Pozo islámico.


Estos datos indican que la construcción de pozos era relativamente fácil, al estar el nivel freático muy cerca de la superficie, además que el agua de los Pozos era de buena calidad para el consumo humano y que las aguas del Río Segura ya no eran tan claras como debía esperarse, posiblemente debido a la proliferación de algunas industrias artesanales de la época contaminantes.
Plano de los elementos de agua del Monte de San Miguel elaborado para el Plan Director del Castillo y Murallas de Orihuela.


TESTIGO DE MIL BATALLAS


Casi siempre hablamos del Castillo de Orihuela, de su sistema defensivo, como una serie de edificaciones que vivieron su tiempo de mayor esplendor en época de dominación musulmana de la ciudad, que lo fue. Ibn Hayyân hablaba sobre de la capital de la Cora de Tudmir en la campaña de Abderramán III contra sus disidentes como “…la más antigua de sus ciudades y más inexpugnable de sus fortalezas, que había servido de refugio a los cristianos en los primeros tiempos…”


Pero a veces olvidamos que está allí, que ha estado en lo más alto del Monte de San Miguel desde entonces y que ha visto pasar por delante siglos de Historia en los que esta atalaya ha sido bien protagonista o bien testigo de lujo del devenir de la ciudad.

Durante los siglos XIII, XIV y XV las murallas sufrieron, y mucho, los envites de las guerras. Especialmente los de la conquista cristiana y la de los Dos Pedros tras la cual se reconstruyeron en parte y se incorporaron los avances que se producían en arquitectura militar adaptándose también las defensas a las nuevas armas de guerra.

Quienes adhirieron sus casas a estos muros, ahorrando en materiales de construcción, los fueron menguando para ganar espacio. Fue tras la unión de las coronas de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos y la posterior conquista de Granada, hechos con los que Orihuela perdió su carácter fronterizo y el sistema defensivo quedó obsoleto y por tanto, no se realizaron las corrientes adaptaciones a la llegada de la artillería, aunque de esto y de la reciente aparición de restos de un baluarte estrellado en la alcazaba, habría que hablar en un capítulo aparte.

Recordamos estos hitos para llegar a los siglos XVII y XVIII. Fue durante la Guerra de Sucesión cuando el Castillo se usó por última vez como defensa, y fue en 1707 cuando una explosión acabó con el edificio y con la guarnición de hombres destinada allí por las tropas borbónicas del Cardenal Belluga. Sin embargo queríamos deternernos un poco antes, en tiempo de Carlos II. Entre los años 1695 y 1696, según indican las actas aportadas a este equipo por Juan Ignacio Caballero, y lo publicado por Antonio Espino López en 2007, en el libro ‘Guerra, fisco y fueros, la defensa de la Corona de Aragón en tiempo de Carlos II’, la tropa que desarrollaba su labor en el Castillo no debía andar muy satisfecha.

Los soldados desertaban porque, en abril de 1695 llevaban tres años y medio sin cobrar. Era el rey quien debía de pagarles. El de Orihuela seguía considerándose castillo inexpugnable, armados con dos cañones de bronce, uno de hierro y numerosos mosquetes, y aún así, no se le hacía mucho caso desde el Consejo de Aragón, que se ve que la plaza quedaba algo lejos. De hecho del texto se desprende que mandaron a sustituir a los desertores a otros militares que llegaban desde Alicante, donde llevaban sin cobrar otros tantos años.

La decadencia de un bien que desde el Plan Director trabajamos para que se conozca, se estudie su función en las distintas épocas en las que se ha dado uso y se valore como uno de los recursos patrimoniales más destacados del municipio.


MÁS QUE UN CASTILLO


Por la ubicación de la ciudad, por su condición de enclave fronterizo, por su importancia dentro de los distintos reinos a los que ha pertenecido, Orihuela y su Castillo han sido a lo largo de los siglos un lugar relevante para gobernantes y ciudadanos. Pero las ruinas que hoy coronan el Monte de San Miguel no son más que una parte de un amplio sistema defensivo de origen andalusí que buscaba hacer inexpugnable el lugar.

El arqueólogo municipal de Orihuela, Emilio Diz (Nuevos datos para el conocimiento del sistema defensivo medieval de Orihuela, artículo del libro ‘ Vías de comunicación y espacios de defensa de frontera en las costas del sudeste de la Península Ibérica’ editado por el Ayuntamiento de Rojales, 2017), explica que el sistema defensivo es un conjunto unitario compuesto por distintos recintos que van en orden descendente desde la alcazaba, en lo más alto del monte, hasta las murallas de los arrabales junto al río, pasando por el albacar, recinto del Llano de San Miguel y la cerca urbana.

En la alcazaba residía el poder militar. En ella hay documentadas tres torres de época feudal y pudo haber una cuarta. El Archivo Histórico de Orihuela conserva varios dibujos de la parte más alta de la fortaleza, un espacio que tuvo una función palaciega desde época islámica.

El albacar servía para funciones defensivas y ganaderas y a él se subía por el Rabaloche a través de la Puerta de la Traición y por la Puerta del Puente y antes de llegar a él se pasaba por el primer espacio de población del Llano de San Miguel. Más abajo la cerca urbana por la calle Torreta, Torre de Embergoñes, lienzo final de la calle Meca, lienzo en el Palacio Episcopal, Torre de los Giles, de la calle Miguel Hernández y Puerta de Callosa, en el Arrabal de San Juan.

La Madîna Uryûla conformó la trama urbana tras el pacto de Tudmir iniciándose en la zona que ocupó el castrum visigodo-bizantino del Llano de San Miguel, y a partir de ahí creció bajo el modelo de las ciudades islámicas medievales. Y con ella, sus murallas. Las distintas fábricas que se conservan permiten hacer una cronología de estos restos que se tuvieron que reconstruir y reparar en reiteradas ocasiones para reponer los desperfectos de las distintas batallas libradas por la ciudad.
Las puertas de las murallas en época foral
según José Ojeda Nieto

Después de la Guerra de los Dos Pedros se renovó el sistema defensivo y se fueron incorporando puertas a la primera y hasta esos momentos única, un puente de barcas donde ahora está el Puente de Poniente. José Ojeda Nieto documenta una decena de accesos a la muralla urbana y los arrabales en el siglo XVI y principios del XVII, siendo las más antiguas las de Murcia, Elche y Crevillente, probablemente de origen islámico (Diz, E., 2017).

Miniatura del Cartulario de Orihuela
(Archivo Histórico Nacional).
 Todo esto demuestra que el Castillo de Orihuela es una parte más de la ciudad fortificada donde sus habitantes se encontraban a salvo y que, además, todos los reyes concedieron, por su importancia defensiva, las mejoras solicitadas para adaptar el sistema defensivo a los avances militares de la época. Un conjunto que debemos entender como unitario y que pese al paso del tiempo se conservan restos que permiten comprender cómo era la vida dentro del recinto amurallado.


ACTUALIZAR LA HISTORIA




El Plan Director de Conservación y Restauración del Castillo y Murallas de Orihuela lleva gestándose desde hace meses, pero ha llegado el momento de que vea la luz con la mayor transparencia y sobre todo, a través de la participación ciudadana. Queremos conocer la opinión de los vecinos y vecinas de Orihuela, queremos saber qué significado tienen para ellos las ruinas que coronan el Monte de San Miguel. Para ello ponemos en marcha dos perfiles en Redes Sociales, Facebook e Instagram, y actualizamos el blog de la Concejalía de Patrimonio Histórico en el que estás leyendo este artículo.

Pero si de actualizar se trata, lo que se pretende actualizar es la Historia, la Historia de Orihuela marcada según algunas fuentes desde el siglo IX por la fortaleza que la domina. Son doce centurias, más de 1.200 años en los que la ciudad ha vivido en torno a su Castillo y Murallas, a veces protegida, otras veces encorsetada hasta el punto de dar la espalda a un sistema defensivo que, sin guerras, no servía para nada.

Es momento de recuperar la Historia y con ella los vestigios que se conservan. De darlos a conocer y de decidir, a través del Plan Director, qué queremos hacer con ellos. Y precisamente en esa actualización se basa el logotipo que se ha diseñado como imagen del Plan Director.

Logotipo basado en un dibujo de 1569
El Archivo Histórico Municipal de Orihuela (AMO) atesora multitud de documentos que cuentan la evolución del Castillo, entre ellos varios dibujos de las torres que daban acceso a la alcazaba, la zona más alta e inexpugnable. Uno de los más antiguos datado en 1569 (hay otro anterior de 1555) muestra la torres del homenaje y la de la campana, esta última coronada por una espadaña con campana.
Dibujo conservador en el Archivo Histórico Municipal
de Orihuela en el que se ha basado el logotipo.

Esta ha sido la elegida como imagen del Plan Director de Conservación y Restauración del Castillo y Murallas de Orihuela, con la que pretendemos que, a partir de ahora, se identifique un trabajo que desarrollará un equipo de expertos que ya estudian los elementos constructivos que se conservan y que deben darse a conocer y proteger, pero también todo lo que rodea al sistema defensivo, el patrimonio arqueológico, natural o geológico, su valor paisajístico y por supuesto histórico e identitario de la ciudad, todo ello en base a la legislación en materia de Patrimonio.

El objetivo: Conservar y actualizar la Historia, en nuestro caso a través del trabajo del Plan y una comunicación dirigida al público a través de la Redes Sociales, creando interacción y buscando la incorporación y concienciación en la importancia de nuestro patrimonio sobre todo entre nuestros jóvenes.